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jueves, 12 de octubre de 2017

12 de octubre, nada que celebrar



El 12 de octubre no es una fiesta, no hay nada que celebrar. Los genocidios, las conquistas militares, la destrucción de pueblos y culturas, el sometimiento y la esclavitud de seres humanos no pueden ser celebrados. 

Esta celebración, que se inicia en el franquismo bajo la denominación de “Día de la raza”, con unas connotaciones claramente racistas respecto a los indígenas americanos, celebraba la “grandeza” del Imperio español, sus conquistas militares, la imposición por la fuerza de su cultura y de su religión, además de esclavizar a la población autóctona para utilizarla en el saqueo de sus propios recursos naturales.

Lo que se celebra es la “superioridad” de una cultura sobre otras, de una “raza” sobre otras y de una “religión” sobre otras. Por estos motivos y por la humillación que supone para los que han sufrido en sus carnes al Imperio español, en latinoamérica se alzan voces en contra de esta celebración, alegando a la falsedad del relato histórico que desde el Estado español se ha venido difundiendo durante siglos. América no fue descubierta, ni los españoles llevaron cultura, conocimiento y desarrollo. Bajo la cruz y la espada destruyeron ricas culturas desarrolladas por los pueblos indígenas, superiores en muchos aspectos a la cultura del colonizador. La superioridad bélica hizo que se impusiera una forma de ver el mundo contraria a los valores que hoy queremos para nuestra sociedad: tolerancia, convivencia, colaboración, multiculturalidad...A golpe de espada impusieron una política de exterminio del diferente, sometiéndolo, esclavizándolo y saqueando sus recursos.

Estas políticas de exterminio físico y cultural del invadido, no se inventaron en América. Se desarrollaron en la conquista de Andalucía por Castilla. Al pueblo andaluz se le despojó de su lengua, de su cultura, se le arrebataron las tierras, convirtiéndolos en Flamencos (felah-menco, campesino sin tierra), imponiéndole una cultura, una religión, una lengua y un Rey que no eran los suyos.

Esa política de violencia, exterminio e imposición política y cultural no es algo del pasado. Es innato al Estado español, es la única forma que este Estado tiene de mantener bajo control a los pueblos conquistados y sometidos. Lo que se ha unido a la fuerza, solo puede mantenerse unido por la fuerza.

Esa violencia de Estado la estamos viendo recientemente en Catalunya cuando el pueblo, de forma pacífica intenta expresar su voluntad en un Referéndum, o en Murcia, cuando sus ciudadanos exigen el soterramiento de una vía de tren, o en Granada, cuando grupos fascistas protegidos por la policía española intentan agredir a una manifestación de apoyo al pueblo catalán, o en Valencia, cuando nuevamente grupos fascistas, también amparados por policías, fiscales y jueces, agreden a una manifestación independentista. 

Ayer fueron los GAL la herramienta del Estado para reprimir a un pueblo que lucha por sus derechos. Hoy son las bandas fascistas, amparadas y protegidas por el gobierno de España y sus partidos políticos como pudimos comprobar en la manifestación del pasado domingo en Barcelona donde las bandas fascistas compartían manifestación con el partido del gobierno y sus socios.

La connivencia entre bandas fascistas, ejército, Guardia Civil, Policía, Iglesia, políticos, jueces... celebrando la “fiesta” de las conquistas nos recuerda que el fascismo continua en el poder, que el Régimen del 78 no es más que la máscara que se puso el Régimen del 36 para ser rendado refrendado como “demócrata”.

En Almería, hoy, las “fuerzas vivas” de la violencia y la intolerancia a las que hacíamos referencia, celebran esta fecha con desfiles militares y engalanando balcones con las mismas banderas de aquellos que asesinaron a millares de andaluces que aún están en las cunetas de las carreteras de innumerables pueblos, la misma bandera que portaban  las tropas que asesinaron a millares de malagueños en la carretera de Málaga a Almería, la misma bandera que asesina a inmigrantes en las costas de Melilla, la misma bajo la que se aprueban leyes represivas contra la clase trabajadora, la misma que aplica recortes y permite desahucios, o la misma que legisla para  la pérdida de derechos laborares.


Esas banderas las regala hoy el Ayuntamiento de Almería, para que el fascismo esté presente en nuestra ciudad. Y lo peor de todo es que esas banderas las pagamos todos los almerienses.

Asamblea local de Nación Andaluza - Almería

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