jueves, 2 de mayo de 2019

Las élites almerienses nunca han querido a esta ciudad



Hay un dicho muy conocido que dice: quien bien te quiere, te hará llorar. Muy discutible, porque quien de verdad quiere, nunca puede, ni debe hacer daño. Pero las élites almerienses de ahora y de siglos atrás, en lo que se refiere a patrimonio urbano e histórico, se lo han creído a pies juntillas. Bien lloramos los habitantes de Almería las actuaciones que los mandamases políticos, económicos, sociales y culturales de esta ciudad realizan contra su patrimonio. Esos que están todo el día dándose golpes de pecho, presumiendo de su almeriensismo, resulta que no solo no protegen a esta ciudad de los desmanes urbanísticos, sino que son ellos mismos los que lo provocan.
Recientemente, hemos tenido conocimiento de que restos de la muralla andalusí del S. X encontrados hace tres años en el barrio de Pescadería-La Chanca, además de ocultarse públicamente su hallazgo, van a quedar sepultados próximamente, porque se va a construir un bloque de viviendas justo encima.
Otro episodio bochornoso más que añadir a la larga lista de desmanes. La especulación urbanística, la ignorancia y el afán capitalista de obtener ganancias a corto plazo, de los que dirigen y han dirigido esta ciudad han dado lugar a la desaparición de casi todo nuestro patrimonio histórico- cultural. Lo poco que queda en pie, como la Alcazaba o las murallas, están que dan pena. Y hablar de casco viejo en Almería suena casi a broma.
Ningún ayuntamiento, sea del signo que sea, ha hecho nada por detener esta sangría. Solo han sido fieles servidores de intereses mercantiles de la oligarquía local y de las grandes empresas de fuera.
Desde ALMERÍA REBELDE, coalición para las elecciones municipales próximas, formada por tres partidos: Partido Comunista del Pueblo Andaluz, Nación Andaluza e Izquierda Anticapitalista Revolucionaria, y por personas independientes, exigimos poner fin a este disparate. Pero no engañando a la población, prometiéndole que si llegamos al ayuntamiento vamos a cambiar esta situación, porque para ello, no basta con echar un voto, se necesitaría una autentica rebelión en la conciencia popular.
Lo que haríamos en primer lugar, en caso de llegar al Ayuntamiento sería, no dejar en manos de los políticos, empresarios, ni de los tecnócratas estos asuntos. Y en segundo lugar hacer un llamamiento a la participación popular y a la toma de decisiones, a través de asambleas de barrio, y de colectivos interesados en el respeto a nuestro patrimonio. Es la única manera de poner freno a tanto desmán urbanístico contra nuestro patrimonio. O la clase obrera y las capas populares hacen suya esta reivindicación o no habrá nada que hacer. Y para eso, es para lo único, que pediremos el voto para ALMERÍA REBELDE para concienciar y para movilizar. Todo lo demás es más de lo mismo.
Sólo enfrentándonos a los intereses de los ricos y de los oportunistas ignorantes podremos algún día defender y conservar lo bien poco que nos queda de nuestro Patrimonio.